Así sucede en el Hospital General Docente Dr. Agostinho Neto de Guantánamo, mayor institución de salud de la provincia, inaugurado oficialmente por el Comandante en Jefe el 26 de julio de 1985, y que tiene la singularidad de ser a su vez clínico-quirúrgico y ginecostétrico.
Semanas atrás “el Neto” como llaman los guantanameros con orgullo a su hospital, vio, con el actual rebrote pandémico, prácticamente colapsar su sistema de atención a pacientes, problemática que fue desde el desbordamiento de personas en espera de ser consultados en los pasillos hasta el fallecimiento de otras en las salas, y en el cuerpo de guardia de enfermedades respiratorias.
La entrada de nuevo equipamiento, el apoyo ministerial y gubernamental en el fortalecimiento y reorganización de sus servicios, y sobre todo con la consagración de sus trabajadores, hoy, se respira un mejor aire en su funcionamiento integral y la situación en la atención a sospechosos y contagiados con la Covid tiene un tono menos dramático.
El doctor José Alfredo Esteban Soto, especialista en segundo grado de medicina intensiva y emergencia, recién nombrado director del hospital, explica que “el aumento del número de casos en muy breve tiempo llevó a que más del 70 por ciento de las camas del hospital se hayan dedicado a la atención a positivos con el virus, y el nuevo equipamiento de soporte de vida permitió ampliar las condiciones para atender a pacientes de alto riesgo, graves y críticos de toda la provincia”.
Fueron habilitadas tres nuevas salas para cuidados intensivos con 64 camas y otras 55 en la unidad de vigilancia Intensiva (UVI) para atender pacientes de alto riesgo.
Creció a 30 el número de camas en el cuerpo de guardia, así como las camillas, los balones de oxígeno, instalándose además cuatro concentradores y un ventilador pulmonar, medidas que posibilitan descongestionar los pasillos, una mejor atención integral y un menor tiempo de personas en emergencia hospitalaria.
En todo el hospital se instalaron 46 concentradores de oxígeno medicinal, lo que permite una mayor capacidad en las salas y un más eficiente uso y control de este deficitario servicio médico.
Ante la emergencia pandémica y buscando aliviar al hospital fue acondicionada una sala de terapia intensiva con 16 camas en el policlínico comunitario Francisco Castro, en el municipio de El Salvador, y se crearon nuevas capacidades de ingresos en los territorios de San Antonio del Sur, Manuel Tames y Niceto Pérez.
En los resultados que, poco a poco, se comienzan a exhibir mucho tiene que ver la reorganización del personal médico y de enfermería. “Hoy –dice el doctor José Alfredo- los médicos intensivistas, y especialistas más calificados en la atención a la Covid, pasan constantemente por los pisos atendiendo a los pacientes, lo que posibilita adelantarnos en el tratamiento, algo vital para que evitar que los pacientes lleguen a un estadío de grave y críticos o que mueran”.
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